El camino para recuperar la soberanía del ser es el camino interno hacia la percepción de la realidad. No acepto todo porque sí. [Me] cuestiono todo reflexivamente y doy lugar a mi conocimiento intuitivo. ¿Cómo lo hago?
Comienzo por tener la humildad de verme a mí misma/o y reconocer mis miedos, mis sombras. Me [re] conecto
Observo mi juicio: ¿Cómo percibo mi realidad, negativamente, positivamente? ¿Considero que mi realidad está bien o mal? ¿Qué es lo que mi mente considera bueno y malo? ¿Cómo juzgo? Esto requiere una introspección profunda. No critico, no me involucro. Simplemente observo desde una postura objetiva.
Me pregunto ¿En qué momento de mi vida me adueñé de aquellas listas de lo bueno y lo malo? ¿Quién las escribió? ¿Cuándo? Por lo general las redactó alguien más: mi cultura, mis creencias, mi familia, la sociedad.
Hemos forjado una identidad con supuestos valores desde una realidad 100% subjetiva y relativa. Y aquello que creo que es la verdad absoluta, no lo es.
4. Discernimiento. Comienzo a tomar decisiones distintas en lugar de responder como un robot a las órdenes impuestas, y en su gran mayoría aceptadas debido al miedo. Rompo con esa robotización, creo en mi misma y en mi capacidad de discernir.
¿Y si todos estos conceptos del bien y el mal han sido creados por el miedo? La verdadera esclavitud está arraigada en el juicio, en la polarización de perspectivas. La verdadera esclavitud es el miedo. Mientras seamos súbditos del miedo, vamos a ser esclavos, no seres soberanos. Creo que a lo único que realmente deberíamos temerle es al ser humano sometido.
¿Alguna vez se preguntaron cómo fue escrita nuestra historia? ¿Acaso no fue escrita basada en el miedo, en la ira y el resentimiento?
Simplemente observemos. No voy a dar respuestas, simplemente reflexiones.
Uno puede comprender que las polaridades son lo que son: opuestos complementarios. Como siempre digo, no existe una sin la otra. Al mismo tiempo, podemos ver en nuestra historia que lo que está bien y lo que está mal lleva intrínseco la palabra guerra y conflicto inexorablemente.
El camino para recuperar la soberanía del ser es el camino de aquel que está dispuesto a observarse con humildad, a eliminar las listas internas del bien y el mal y tomar las riendas de sus decisiones y cambiar su percepción de lo que es la vida.
Esa es la congruencia eterna a la que debemos aspirar, aquella que no está sujeta al tiempo que todo lo perece. Un ser soberano es un ser libre independientemente de donde esté. Es un estado interno de percepción de la realidad. Nace exactamente en el momento en que dejo de pensar en mi misma porque sé que todos somos uno y desde ahí comprendo que lo que le hago al otro, me lo hago a mí.
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